El cine argentino actual se ha demostrado especialista en pasar para la pantalla dramas corrientes de la clase media urbana, lo que por una razón aparentemente inexplicable ningún cineasta brasileño logró hacerlo todavía. La película más reciente de Daniel Burman, El Nido Vacío, es más un ejemplo de esa especialidad argentina, pero con una particularidad más. El director ya ha manifestado hace algún tiempo su habilidad en relatar historias que ponderan problemas familiares universales. La diferencia de su nueva obra es que – al contrario de sus anteriores lanzadas en Brasil, El Abrazo Partido (2003) y Derecho de Familia (2006), que tratan de personajes que tienen problemas ligados a la figura paterna – ahora quien tropieza en dificultades es el propio padre.
Leonardo (Oscar Martínez) es un dramaturgo alrededor de los cincuenta o sesenta años que parece perder sus objetivos a partir del momento en que sus hijos dejan la casa. Mientras su esposa, Martha (Cecilia Roth), retoma antiguos proyectos, manteniéndose atareada con otras actividades en lugar de la ausencia de los hijos, Leonardo parece inconforme, intentando, en cada una de sus ocupaciones diarias, revivir un pasado que todavía no existe. La manera divergente como encaran esa nueva fase de la vida empieza a transformarse en un obstáculo a su matrimonio, que el protagonista aparenta más buscar motivos para destruir que para recuperar.
El tema es aparentemente banal, pero la forma le trae algo innovador, haciéndonos reflexionar sobre una cuestión que está presente en la vida de gran parte de las personas, pero de modo nada convencional. Es difícil clasificar la narrativa de El Nido Vacío, pero, aunque parezca linear, es necesario ponerle atención a las entrelíneas, donde encontrase el gran mérito de la película. El origen de esa narrativa encontrase en el neurocirujano investigador, que utiliza el comportamiento de Leonardo de argumento para cuestiones de su investigación. Perturbado, el protagonista empieza a mezclar realidad e imaginación, lo que es puesto en la pantalla por Burman de forma tan nebulosa como la que el personaje ve la situación. Con el objetivo de acercar más el espectador de las sensaciones confusas enfrentadas por Leonardo, el director vincula la realidad del protagonista a las historias escritas por él, confundiendo aún más realidad y ficción. Así, el realismo fantástico utilizado por el director, no permite distinguir claramente lo que es de facto vivenciado por Leonardo a diario de lo que ocurre solamente en su mente.
El Nido Vacío tal vez no sea la película más atractiva de Burman, pero vale la pena por varias razones. Además de la brillante actuación de Oscar Martínez, galardonado con el premio de mejor actor del Festival de San Sebastian el año pasado, y de la bella fotografía, también laureada en el mismo festival, la película se muestra interesante porque un director de solamente 35 años logró relatar con profundidad problemas por los cuales está lejos de vivenciar. Encima, la obra instiga una profunda reflexión sobre la fuga de realidad: ¿ella auxilia o perjudica la resolución de las dificultades impuestas por la vida?
Leonardo (Oscar Martínez) es un dramaturgo alrededor de los cincuenta o sesenta años que parece perder sus objetivos a partir del momento en que sus hijos dejan la casa. Mientras su esposa, Martha (Cecilia Roth), retoma antiguos proyectos, manteniéndose atareada con otras actividades en lugar de la ausencia de los hijos, Leonardo parece inconforme, intentando, en cada una de sus ocupaciones diarias, revivir un pasado que todavía no existe. La manera divergente como encaran esa nueva fase de la vida empieza a transformarse en un obstáculo a su matrimonio, que el protagonista aparenta más buscar motivos para destruir que para recuperar.
El tema es aparentemente banal, pero la forma le trae algo innovador, haciéndonos reflexionar sobre una cuestión que está presente en la vida de gran parte de las personas, pero de modo nada convencional. Es difícil clasificar la narrativa de El Nido Vacío, pero, aunque parezca linear, es necesario ponerle atención a las entrelíneas, donde encontrase el gran mérito de la película. El origen de esa narrativa encontrase en el neurocirujano investigador, que utiliza el comportamiento de Leonardo de argumento para cuestiones de su investigación. Perturbado, el protagonista empieza a mezclar realidad e imaginación, lo que es puesto en la pantalla por Burman de forma tan nebulosa como la que el personaje ve la situación. Con el objetivo de acercar más el espectador de las sensaciones confusas enfrentadas por Leonardo, el director vincula la realidad del protagonista a las historias escritas por él, confundiendo aún más realidad y ficción. Así, el realismo fantástico utilizado por el director, no permite distinguir claramente lo que es de facto vivenciado por Leonardo a diario de lo que ocurre solamente en su mente.
El Nido Vacío tal vez no sea la película más atractiva de Burman, pero vale la pena por varias razones. Además de la brillante actuación de Oscar Martínez, galardonado con el premio de mejor actor del Festival de San Sebastian el año pasado, y de la bella fotografía, también laureada en el mismo festival, la película se muestra interesante porque un director de solamente 35 años logró relatar con profundidad problemas por los cuales está lejos de vivenciar. Encima, la obra instiga una profunda reflexión sobre la fuga de realidad: ¿ella auxilia o perjudica la resolución de las dificultades impuestas por la vida?
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Título original: El Nido Vacío
Origen: Argentina, España, Francia, Italia
Dirección y Guión: Daniel Burman
Elenco: Cecilia Roth, Oscar Martínez, Arturo Goetz, Inés Efron, Ron Richter, Eugenia Capizzano, Jean Pierre Noher...
Duración: 91 min
Año: 2008
Tráiler en castellano:
Origen: Argentina, España, Francia, Italia
Dirección y Guión: Daniel Burman
Elenco: Cecilia Roth, Oscar Martínez, Arturo Goetz, Inés Efron, Ron Richter, Eugenia Capizzano, Jean Pierre Noher...
Duración: 91 min
Año: 2008
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